Jean Liedloff, Michel Odent, Laura Gutman, Nils Bergman y cada vez más expertos hablan de la necesidad del ser humano en sus primeros meses de ser llevado, de continuar con una exterogestación para satisfacer sus necesidades primarias y favorecer su desarrollo en las etapas iniciales de la vida. Creo que todos conocemos de sobra los argumentos, el colecho, la crianza en brazos (sea mediante el uso de portabebés, o simplemente llevando al niño en brazos cuanto quiera), la lactancia a demanda son necesidades reales del niño, no caprichos ni manipulación, como intentan tildarlo las tendencias de crianza conductista.

Pero si nos detenemos a analizar un poco más allá, encontramos que el conductismo busca obtener ciertas conductas a base de manipular a nuestro antojo las necesidades del niño, es decir; obligándolo a realizar conductas para las cuales no está preparado simplemente porque se ha dado cuenta de que ninguno de sus llamados de atención, o ayuda serán respondidos. Tal y como ocurre con dejar a los niños llorar hasta el agotamiento físico y químico para "enseñarles" a dormir (qué cosa más absurda, sabiendo que ya duermen in utero), obligarles a comer ya sea por distracción, chantaje, ruegos, etc. conducen a lo mismo: el niño aprende a desoír su cuerpo, y creo que sabemos de sobra lo sabio que es el cuerpo humano, incluso en las cosas más pequeñas y cada vez más comprendemos lo necesario que es atender y satisfacer sus señales, pero además, el niño aprende que haga lo que haga sus necesidades no serán atendidas, ni su voz, oída.

¿Por qué no tomar otro camino? Mi mamá siempre me ha dicho que donde encontramos dolor, es porque hay cierta resistencia, se refiere a que los procesos de cambio de la vida generalmente son más suaves y placenteros, llevaderos, cuando nos dejamos fluír, cuando nos entregamos en lugar de resistirnos y luchar. ¿Y a qué viene esto? Hablemos de placer, y de señales del cuerpo. Si aún no han leído la magnífica entrada de Ileana titulada Con-Placer, léanla, se las recomiendo, les dejo el enlace al pie de este artículo. El placer, suele ser una señal del cuerpo de que estamos haciendo lo correcto, no sólo en cuanto a lo biológico: usemos como ejemplo sencillo la lactancia materna; si duele cuando el niño toma el pecho, es señal de que algo no va bien y debemos revisar la posición, el enganche, o posiblemente tengamos una mastitis, grietas, etc. Si en cambio todo marcha bien, buena posición, buen enganche, sentiremos placer, no sólo el niño, sino también mamá. La secreción de oxitocina, la sensación de relax, etc. todas son señales placenteras: indican que las cosas van bien.

En otros ámbitos de la vida, a menudo nos hallamos frente a la dicotomía de si escuchar el corazón, o la razón. También interviene la intuición, pero muchas veces estamos tan desconectados de nosotros mismos que no sabemos oírla. He encontrado que a menudo es fácil percibir lo que nos dictan las entrañas si prestamos atención a las señales del cuerpo. Una mamá me escribía hace unas semanas preocupada porque no sabía si llevar a su bebé a la guardería o no. Había recibido muchas presiones de su entorno, en cuanto a que la niña debía acostumbrarse para cuando vaya a la escuela, en cuanto a la socialización mientras que en realidad, los bebés socializan mejor llevando una vida normal con su familia, que en un ambiente artificial como lo es una guardería en el que 5, 8, o 15 niños compiten por la atención de 1 o 2 adultos. Por otra parte, ella no tenía obligación de llevarle, es decir, podía dejar a su bebé con un familiar en los momentos puntuales en los que necesitaba hacer algo y no pudiera llevarle consigo.

Le comenté a esta mamá, que trabajaba desde casa y se dedicaba a criar a su bebé, que se sentara un momento a observar lo que decía su cuerpo, que pensara por un momento en llevar a su bebé a la guardería y estuviera atenta a lo que ocurría en su cuerpo ante tal pensamiento. Muchas veces cuando pensamos en algo que no nos agrada, nos contraemos, nos duelen los músculos, sentimos un leve mareo, una leve falta de aire, mientras que cuando pensamos en algo que nos agrada y convence, que realmente deseamos, sentimos alivio, nos sentimos ligeros, relajados y bien.

Como bien dice Ileana en su artículo, la sociedad actual está construida sobre las bases de la falta de placer, si privamos a nuestros niños desde pequeños de lo que el cuerpo les pide, estaremos perpetuando el modelo de sociedad consumista. Según Laura Gutman, el ser humano cuyas necesidades emocionales primarias no han sido satisfechas, buscará siempre consumir cada vez más, buscando llenar su vacío. 

Sé que existen situaciones en las que el panorama no es tan blanco, ni tan negro, pero creo que allí entraría en juego la creatividad, la búsqueda de soluciones alternativas, intermedias, que complazcan a todos y nos hagan sentir bien. Si nos fijamos bien, en el caso de la mamá que comentábamos antes, sus necesidades - porque toda mamá necesita estar con su bebé, mecerle, cantarle, abrazarlo, acunarlo, mimarlo, acariciarlo, mirarlo y un largo etcétera - es decir su placer, es perfectamente coincidente con el de su bebé - porque todo bebé necesita estar con su mamá, que lo meza, le cante, lo abrace, lo acune, lo mime, lo acaricie, lo mire, etc. ¿Entonces para qué negarnos ese placer? ¿Por complacer a los demás? ¿Por seguir repitiendo patrones de crianza sabiendo que no producen adultos felices y complacidos?

Somos la generación de la transición, nos hallamos con padres que nos han criado de manera autoritaria y/o punitiva, sin embargo deseamos respetar las necesidades y ritmos de nuestros hijos. Es normal hallarnos muchas veces en situaciones en las que todo el entorno nos empuja a hacer algo que no nos nace. La presión puede llegar a ser enorme y a atormentarnos verdaderamente, pero detengámonos a pensar un momento: ¿cómo nos sentiríamos si llegáramos a ceder? ¿inmediatamente? ¿a largo plazo? ¿Nos perdonaríamos esa negación al placer? ¿El haber desoído lo que nos gritan las entrañas?

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Louma Sader Bujana

Es autora de múltiples bestsellers, entre ellos Reflexiones sobre Crianza Respetuosa, y Happy Agenda, así como creadora de diversos cursos pioneros que devuelven el bienestar y la fluidez a la relación madre-hijo. Es, además de Licenciada en Odontología, con un enfoque en la educación y prevención, la fundadora de Amor Maternal, y de la Academia de la Crianza Respetuosa. Se ha especializado en marketing y emprendimiento online, ofreciendo consultoría para profesionales y pequeñas empresas.


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5 comentarios:

  1. Louma, me ha encantado lo que dices.. y estoy totalmente de acuerdo contigo. Además creo que justamente por eso que dices de que "Somos la generación de la transición, nos hallamos con padres que nos han criado de manera autoritaria y/o punitiva, sin embargo deseamos respetar las necesidades y ritmos de nuestros hijos." en muchos momentos surgen de ¡no sabemos donde! esas respuestas automaticas que no habiamos visto antes de ser madres y que se interponen entre nuestros hijos y nosotros.. y en el placer.. pero no tomemos eso como valido porque "nos sale", tomemoslo como un grito de auxilio del niño que fuimos y que sufrio la negacion de placer de sus padres.

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  2. Gracias Carol, ese "no sé dónde" creo que es nuestra sombra... y no podría estar más de acuerdo contigo en que es un grito de auxilio del niño que fuimos. Al escucharlo y hacer algo al respecto, quizás nuestros hijos tendrán menos camino que recorrer en este aspecto ;)

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  3. Qué razón tienes!! yo tengo una nena de 2 años y estoy esperando otra para octubre. Hasta hace poco no me he dado cuenta de tus sabias palabras. También he leído a Laura Gutman y me he dado cuenta de que el problema lo tenía yo. Lo he tenido desde que nací. He sufrido falta de cariño, falta de amor (aunque disfrazado, porque en realidad yo no lo percibía así). Ahora, mi niña, me ha enseñado otro forma de criar, sí señor! ella me lo ha ido indicado. Ahora somos 2 en una y pronto, con la nueva bebita, seremos 3 en una!!

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  4. Louma, me encanta ver que con tus escritos salen mamás de todas partes dispuestas a aprender como hacer las cosas mejor, la verdad es que es un duro trabajo que no se puede abandonar ni un momento ya que si no asoma nuestra sombra, tenemos que estar atentas, aunque reconozco que eso me hace estresar un poco por que hay veces que aunque tengo la teoría a la práctica no me sale tan bien y me siento un poco culpable, y eso que soy consciente de que lo importante es darse cuenta e intentarlo

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  5. Que bueno leerte. Siempre digo que lo fisiologico es placentero. Y lo fisiologico es saludable. Comer, ir al baño, reproducirse, dormir. Da placer satisfacerlo. La distorsion placer- pecado, dolor- salud nos ha llevado al desastre ecologico primal.

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