¿Cuántas veces has tenido un día pesado, estresante, lleno de presiones y justo ese día tu hijo se ha comportado de manera "insoportable"? ¿Y cuántas veces ha salido de nuestra boca, o al menos ha cruzado nuestra mente, inmersos en esas situaciones el típico "hijo, ¿qué te pasa?"

Bien lo expresaba Laura Gutman, en su video Por qué mi bebé llora, cuando dijo que luego de agotadas las razones obvias de incomodidad de un bebé, a la madre por lo general le tocaba preguntarse a sí misma: ¿Qué *me* pasa? en lugar del típico ¿Qué *le* pasa a mi bebé?

En varias ocasiones me han comentado mamás, y obviamente me pasa a mí también, tener una época dura en la que siento que llevamos varios días en casa en los que las cosas no fluyen bien, en que nos enojamos bastante a menudo, o simplemente no siento que al comunicación sea tan fluída. En esos casos, lo más probable es que lo primero que pensemos es que nuestro hijo tenga algo. Muchas veces, con un poco de introspección, al conectar con nosotros mismos, nos damos cuenta de que quienes estamos actuando "diferentes" somos nosotros, y que en consecuencia, nuestro hijo actúa de forma distinta también. Posiblemente para llamar la atención, o para buscar hacernos reaccionar y caer en cuentas.

La mayoría de las veces, en cuanto concientizamos qué nos pasa a nosotros, automáticamente desaparece la conducta "indeseable" que presentaba nuestro hijo. Permítanme hacer un inciso aquí para comentar que uso la palabra indeseable entre comillas, porque aquí juegan un papel muy importante nuestra percepción y nuestras expectativas. Cuando miramos el comportamiento de un hijo de forma objetiva, es decir considerando su capacidad, si edad, si desarrollo, su nivel de comprensión, de cansancio, de hambre, de paciencia, etc. podemos darnos cuenta de que a veces los adultos pedimos cosas que los niños sencillamente no son capaces de dar en aquel momento.

Un ejemplo sencillo de esto es el permanecer sentados alrededor de la mesa durante todo el transcurso de una comida familiar: comento esto porque por lo general, los niños pequeños comen en mucho menos tiempo que los adultos, se aburren, y una vez llenos o casi llenos, se levantan a jugar o hacer cosas más interesantes que masticar ;-) y por otro lado, muchos adultos pretenden que un niño de 2 a 3 años esté sentado inmóvil sin tocar nada, ni desordenar, etc, durante más tiempo del que es realmente capaz hacerlo.

Así que dicho esto, y teniendo expectativas reales y acordes, y aún así teniendo un hijo un comportamiento indeseable, lo más útil es un poco de introspección.

Hoy les traigo otra preciosa reflexión de Scott Noelle, que traduzco para Amor Maternal, con su autorización:

Bendecir al Espejo

Hoy, ponte de pie frente al espejo y bendícelo por el regalo de permitirte ver tu propio reflejo...

Gracias, bendito espejo, por permitirme verme a mí mismo, para que yo pueda usar esa consciencia con la finalidad de expresarme de forma más fiel a mí mismo.

Gracias por permitirme ver en mi propio rostro las señales del estrés, para poder cambiar mi forma de pensar hasta que mi reflejo indique que he encontrado nuevamente el camino al bienestar.

¿Ya pillaron adónde quiero llegar, no es cierto?

Tu *hijo* es tu espejo...

Cuando no te gusta lo que ves en tu hijo, es bastante probable que él o ella esté reflejando algún aspecto de ti mismo que esté fuera de sintonía con respecto a quien verdaderamente eres.

Mantente abierto cuando percibas eso y recuerda que rara vez el reflejo es *literal*. Los niños a menudo reflejan las sombras de sus padres de manera exagerada o peculiar.

Sigue tu intuición.

Bendice tu amado espejo y enfócate en mantenerte fiel a ti mismo. Eventualmente, tu hijo te devolverá el reflejo de esa verdad.


Otros artículos de Scott Noelle, publicados en Amor Maternal:


Louma Sader Bujana

Es autora de múltiples bestsellers, entre ellos Reflexiones sobre Crianza Respetuosa, y Happy Agenda, así como creadora de diversos cursos pioneros que devuelven el bienestar y la fluidez a la relación madre-hijo. Es, además de Licenciada en Odontología, con un enfoque en la educación y prevención, la fundadora de Amor Maternal, y de la Academia de la Crianza Respetuosa. Se ha especializado en marketing y emprendimiento online, ofreciendo consultoría para profesionales y pequeñas empresas.


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8 comentarios:

  1. Louma,

    Que cierto lo que dices, mis pequeños son un termometro de como estoy y si voy bien o ando medio perdida. Una manera para mi de darme cuenta como van las cosas es a través del juego.

    Si los escucho tranquilos y diciendo palabras amables durante su juego mi conclusión es que estamos pasando por una época buena y tranquila. Si por el contrario los escucho subir la voz, en el momento reacciono y me veo a mi misma estresada y preocupada por cosas que sin darme cuenta se las voy pasando.

    Nuestros hijos son nuestra mejor obra y absorben cada detalle de nuestras actitudes, queramos o no.

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  2. ¡Qué gran artículo Louma!
    Es muy cierto que los padres, sin darnos cuenta, les pasamos nuestros miedos, agobios, nervios...a los pobres de nuestros hijos.
    A veces es difícil parar un momento y pensar ¿qué me pasa??? pero es muy necesario.
    Besos!
    Pilar

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  3. Que cierto es Louma! Me alivia leer que en otras casas tambien tienen temporadas malas y que no tengo un hijo que me lo quiere hacer pasar mal aposta...simplemete tiene 3 años y refleja mi humor, mi cansancio...cuando no duermo bien con su hermanita pequeña. Cada día me pondre delante de espejo para ver que día me espera con mi niño...o mejor, para intentar cambiar mi actitud.
    Mila

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  4. Es exactamente lo que me pasa a mi también, MAMA MODERNA. Escucho a mi hija de casi 3 años cuando juega sola y ahi me doy cuenta el modo en que la traté o si le flté el respeto, o si le levanté la voz. Somos humanos, nos equivocamos es cierto, pero hay que aprender y reaprender de esos errores.
    Viviana.

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  5. Gracias por compartir y decir las verdades que muchas llevamos dentro buscando la manera de hacerlas reales.

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  6. Yo también lo siento así. Por eso, haber leído a Laura Gutman para mí fue muy importante, porque me ayudó a mirarme a mí en lugar de pensar que "le" pasa a mi niño. Y por eso a veces digo que de alguna manera mi hijo es como mi maestro espiritual, en el sentido de que de alguna manera a través de él, me miro, y aprendo.

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  7. Me encantaron 2 libros que leí:

    .Tu hijo, tu espejo de Martha Alicia Chavez

    . Tu hijo como espejo de Sandra Aisenberg y Eduardo Melamud. Angeles Pastor

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  8. me ha pasado escuchar a mi hijo decir mis frases y me calla la boca me asombra y digo hay ya no voy a decir eso por que todo repite

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