Hemos hablado en numerosos artículos del daño que hace el castigo infantil. Por ejemplo, ya tratamos los efectos negativos de la silla de pensar, y de cómo el castigo infantil nunca se olvida. Aún así, todavía hay gente que cree que dentro de la Crianza Respetuosa, los niños crecen sin límites porque no se les amenaza, ni castiga.  Sin embargo, numerosos investigadores han demostrado lo contrario:


El castigo infantil no funciona a largo plazo


Freedman, por ejemplo, realizó un experimento en el que trabajó con 2 grupos de 22 niños cada uno. El rango de edad iba desde los 7 hasta los 10 años, y los puso delante de 5 juguetes, uno de ellos era un robot bastante caro, y los demás eran juguetes poco interesantes y estimulantes en comparación.

En el primer grupo, el investigador indicó a cada niño que no jugara con el robot, añadiendo una amenaza.

Al segundo grupo les indicó no jugar con el robot porque no estaba bien hacerlo, o bien, usó otra razón que no ejerciera presión externa ni sirviera de amenaza.

A continuación, Freedman salió durante unos minutos dejando al niño solo con los juguetes, y lo vigilaba mediante un espejo (como los que usan los policías en las salas de interrogatorio, donde ellos pueden verte, pero tú sólo ves tu propio reflejo). De esta manera, los niños no sabían que estaban siendo observados.

De los 44 niños que conformaban ambos grupos, sólo 2 niños tocaron el robot; un niño de cada grupo. En este punto, podríamos concluir que a corto plazo, las amenazas son igual de efectivas que las explicaciones para hacer entender a un niño un límite, o un comportamiento que no debe tener.

¿Las amenazas funcionan con los niños a largo plazo?


Sin embargo, el experimento no terminó aquí. 2 semanas después, repitieron el experimento con otro adulto. Una mujer fue a la escuela de los mismos niños y habló a solas con cada uno, sin mencionar a Freedman, ni al robot. Sin embargo, el robot estaba en la mesa, y cuando salió la señora del aula, los resultados fueron bastante diferentes entre los dos grupos.

En esta ocasión, el 77% de los niños del grupo 1 (que recibieron una amenaza junto con la petición de no tocar el robot), lo tocaron cuando la señora salió del aula.

En cambio sólo el 30% de los niños del grupo 2 (quienes recibieron una explicación sin una amenaza), incumplió la petición de no tocar el robot.

De esta parte del experimento podemos deducir que a mediano plazo, los niños que recibieron una explicación comprendieron que deben cumplir esa petición.

Estos mismos niños, en ausencia del adulto, continuaron cumpliendo la norma que se les había dado. Por contrapartida, los niños previamente amenazados, cuando sintieron que no iba a cumplirse esa amenaza porque pensaban que no estaban siendo observados, "aprovecharon" de incumplir.

Como reflexión final: ¿Te interesa que tu niño sólo cumpla un límite o norma cuando tiene enfrente un adulto que pueda castigarlo, o que aprenda realmente el por qué, y siga cumpliendo aunque nadie lo esté mirando?

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Louma Sader Bujana

Es autora de múltiples bestsellers, entre ellos Reflexiones sobre Crianza Respetuosa, y Happy Agenda, así como creadora de diversos cursos pioneros que devuelven el bienestar y la fluidez a la relación madre-hijo. Es, además de Licenciada en Odontología, con un enfoque en la educación y prevención, la fundadora de Amor Maternal, y de la Academia de la Crianza Respetuosa. Se ha especializado en marketing y emprendimiento online, ofreciendo consultoría para profesionales y pequeñas empresas.


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