Hoy tengo el honor de figurar mencionada, junto con Rosa Jové, entrevistadas junto con Lidia Mullor, directora de Pessigolles -la guardería donde compartí dos talleres de Manejo respetuoso de berrinches y rabietas con unas setenta familias- para el suplemento Criatures -dedicado a la infancia- del diario Ara. Conversamos sobre el tema de los berrinches y las rabietas, principalmente.

El título es "Los terribles 2 y los horribles 3" que -como bien comenté en un artículo anterior publicado en Amor Maternal-  no tienen por qué ser terribles, ni mucho menos horribles. He traducido al castellano el artículo, escrito por Olga Vallejo, que pueden encontrar publicado originalmente en catalán en este enlace.

"Las rabietas suelen aparecer a partir de los dos años, cuando los niños comienzan a sacar carácter. Son situaciones exasperantes, pero padres e hijos pueden aprender mucho de estos momentos de crisis. 

Si usted tiene o ha tenido hijos entre los dos y los cuatro años sabe qué son las rabietas. La criatura tiene un deseo que entra en oposición con lo que los padres quieren, y entonces se ofusca y estalla. En este momento sufre un secuestro amigdalino, ciertos neurotransmisores colapsan la amígdala, el cerebro es secuestrado por las emociones. No saben cómo expresar lo que les pasa. Los llantos, los gritos, las patadas y tirarse al suelo no son una tomadura de pelo, son actos involuntarios. "Cuanto más pequeños son, más explotan. A medida que se hacen mayores se comunican mejor y las rabietas tienen menos intensidad. Cuando se acaba la pataleta se sienten culpables y mal porque ellos no querían enrabiarse ", explica Rosa Jové, psicóloga especializada en psicología clínica infantil y juvenil, psicopedagogía y antropología de la crianza.

Alex tiene dos años y está en plena fase del "no". Su madre, Mónica, dice que ha leído bastantes libros sobre crianza pero lo que más la tranquiliza es cuando habla con otros padres y se da cuenta de que lo que le pasa a su hijo es normal", relativiza. Todos estamos igual. Es una etapa y se acabará. Además, Alex es el segundo y cuando no eres madre por primera vez todo se lleva mejor, te preocupas menos". Tanto ella como el padre de las criaturas, Óscar, coinciden en que lo pasan peor cuando las rabietas son fuera de casa. Explican, con complicidad, una memorable de Martina, la hija mayor, en un centro comercial. "Teníamos que marchar y la niña no quería dejar la zona de juegos. Veíamos que aquello no acabaría bien. Le proponíamos alternativas pero no funcionaban y no podíamos esperar más. Terminó gritando y llorando. Un espectáculo. Esperamos hasta que se calmó ".

Fruto del contexto

Según Louma Sader, madre, escritora y fundadora de la comunidad Amor Maternal (www.amormaternal.com), lo que más preocupa a los padres de las rabietas en lugares públicos, aparte de ayudarlos a calmarse, es el qué dirán. "Sienten vergüenza y culpa por lo que pueda pensar la gente, por si los juzgan", explica.

A menudo este sentimiento de culpa es fruto de la estructura social actual: padres y madres con una vida profesional exigente, haciendo malabares para conciliar el máximo posible. Intentan suplir con calidad el poco tiempo que pueden dedicar a los hijos. Lidia Mullor, fundadora y directora de la guardería Pessigolles de Terrassa, es consciente de estas inquietudes. Por ello desde su inauguración hace cuatro años, organizan mensualmente talleres, charlas y encuentros con la participación de los padres. Este febrero han tratado la gestión respetuosa de las rabietas, con una charla a cargo de Louma Sader.

El taller ha tenido un éxito de convocatoria tan grande que han tenido que programar dos sesiones. Lidia reconoce: "Aunque sabemos que las rabietas son uno de los temas que más preocupan, nos ha sorprendido la avalancha de asistencia. Con las primeras rabietas, los padres se cuestionan si es normal lo que les pasa y si lo están haciendo mal. Cuando saben que no hay que preocuparse quieren aprender a gestionarlo ".

Teoría y práctica

Rosa tiene seis años, pero desde muy pequeña ya decía: "Yo soy libre, es mi vida, quiero elegir mis cosas". Sus padres, Andrés y Laura, se dieron cuenta de que reconocer su libertad funcionaba: "Tienes libertad para llevarte bien o mal". Casi siempre elegía la opción buena. Rosa Jové explica que "darles opciones y que tomen decisiones les ayuda a sentirse más independientes". Gemma es la pequeña de casa, tiene casi tres años, y sus rabietas son más explosivas. Le pregunto a ella si a veces se enfada y me dice: "Sí, me enfado y hago tonterías". Pero no son tonterías."Aunque sea normal, debemos hacerles caso", dice Rosa Jové. "La mayoría de casos pasan con la edad. Sólo cuando excedan lo que es más habitual habría que preocuparse ", añade la psicóloga.

"Las teorías para evitar las rabietas -dice Andrés- me parecen inocentes. Pasar de la teoría a la práctica es difícil. La clave es no perder los nervios. Así se te ocurren ciertos recursos y puedes reconducir la situación ".

Profesionales de la psicología y de la educación coinciden en que las rabietas forman parte del crecimiento de los niños, que de estos momentos de crisis podemos aprender mucho. "Es un paso de autoafirmación -afirma la Louma Sader-, desarrollan su criterio, aprenden a manejar sus frustraciones, descubren la mecánica del diálogo, y que los conflictos pueden solucionarse planteando opciones y negociando. Si desde pequeños los guiamos, les ofrecemos comprensión y alternativas, serán adultos con criterio propio y con capacidad de gestionar sus emociones "."

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Louma Sader Bujana

Es autora de múltiples bestsellers, entre ellos Reflexiones sobre Crianza Respetuosa, y Happy Agenda, así como creadora de diversos cursos pioneros que devuelven el bienestar y la fluidez a la relación madre-hijo. Es, además de Licenciada en Odontología, con un enfoque en la educación y prevención, la fundadora de Amor Maternal, y de la Academia de la Crianza Respetuosa. Se ha especializado en marketing y emprendimiento online, ofreciendo consultoría para profesionales y pequeñas empresas.


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