Una de nuestras lectoras compartió recientemente este video en nuestro muro, así que hoy lo traigo junto con unas anotaciones que he hecho al respecto. Se trata de una serie de recomendaciones acerca de qué hacer y qué evitar cuando nuestros hijos hagan una rabieta, berrinche o pataleta, siempre desde el punto de vista de la crianza respetuosa. La breve y contundente exposición está a cargo del psicólogo Felipe Lecannelier y aunque coincido en la mayoría de sus aportaciones y recomendaciones, me gustaría matizar un punto al final.

Él menciona muy acertadamente que cualquier cosa que provoque dolor, estrés, frustración, llanto en un niño es una pésima estrategia de crianza. ¿Les suena familiar? ¿Les recuerda el famoso "la letra con sangre entra"? Y ahora me pregunto ¿por qué las estrategias de crianza anteriores a la crianza respetuosa aplicaban estas técnicas, muchas de ellas claramente conductistas para adiestrar a los niños? Hoy en día existen muchos estudios de neurobiología y psicología que prueban los daños que hacen a mediano y largo plazo estos métodos.

Miremos entonces lo que nos propone Felipe en esta breve charla. Vale la pena reflexionar acerca de cómo reaccionamos cuando los niños se sienten mal, lloran, se enojan, hacen una rabieta o pataleta. Muchos de nosotros somos padres cariñosos, orgullosos y contentos cuando nuestros niños están felices, pero ¿qué sucede cuando muestran malestar, enojo o frustración? ¿Nos seguimos comportando de la misma manera o a veces caemos en sentir desagrado y repetir algunas frases típicas (que tras una breve reflexión resultan totalmente sin sentido).?

La manera en la que afrontamos los malestares emocionales de nuestros hijos define en gran medida cómo somos como padres y cómo van a ser nuestros hijos. ¿Qué hacemos ante esas situaciones? ¿Les decimos que se vayan a su habitación, que se alejen, que se retiren hasta calmarse? ¿Que no griten y que no molesten? ¿Les decimos que son maniosos, manipuladores y que se queden callados o tranquilos? ¿O bien nos quedamos conversando con ellos para tratar de calmarlos?

Es muy fácil estar con los niños cuando están bien, pero ¿qué sucede cuando expresan malestar? En ocasiones nos desesperamos, nos enojamos, gritamos, perdemos la paciencia, incluso reaccionando de manera diferente dependiendo del género de nuestros niños.

Ya hemos hablado en una entrada anterior acerca de la acepción constructiva de la manipulación que ejercen nuestros hijos sobre nosotros, de cómo la manipulación puede aprovecharse como señal en la crianza de nuestros hijos, y también hemos compartido varios consejos acerca de cómo afrontar los berrinches y rabietas de manera respetuosa hacia el niño. En esta ocasión, recordemos qué hacer, qué no debemos hacer ante una pataleta y por qué:
  • No debemos ignorar al niño. Sus emociones son tan válidas como las nuestras. Ignorarlo es una gran falta de empatía y sólo podría agravar el problema. 
  • No hacer time-out, invitarlos a usar el rincón o silla de pensar, ni enviarlos a otra habitación. Su malestar, frustración o enojo aumentará. Mientras más time-outs se hacen, más rabietas hará el niño, hasta llegar a creer que cuando tiene un problema, la persona a quien acudir no es mamá ni papá. Mermará su confianza y comunicación con nosotros. 
  • Recordemos siempre que si el niño está haciendo una rabieta es justamente porque no puede manejar sus emociones ni calmarse solo. Necesita de nuestra presencia, amor y compañía.
  • No pensar a corto plazo. Los métodos conductistas, aunque funcionan a corto plazo por una temporada, dejan secuelas a mediano y largo plazo. Muchos estudios lo demuestran, además de ser una falta de empatía hacia el niño, es perjudicial, y una falta de respeto también. ¿Realmente queremos enseñar a nuestros hijos que si han de expresar algo no pueden hacerlo con nosotros? 
  • No atribuir las rabietas a la manipulación. 
  • No descalificar nunca a los niños, no decir que se comportan de esta manera por manipular, ni por maniosos, ni por hacernos sentir mal, etc. Recordemos siempre el poder del discurso materno, que muchas veces marca al niño de por vida.
  • No hablar con el niño "desde arriba", mejor ponerse a su altura y hablarle de forma sencilla y calmada, nombrando lo que le pasa, lo que siente, poniéndonos en su piel para comprenderlo. Esto contribuirá a mejorar su inteligencia emocional y a disminuir la incidencia de problemas de agresividad a mediano y largo plazo.
  • Finalmente, algunos padres, y Felipe en esta charla recomiendan desviar la atención, en lugar de retar al niño, ofreciendo otra cosa a cambio. En otra ocasión hablaré más a fondo acerca del tema de la distracción, pero quería matizar, que aunque el ejemplo que da en el video me parece ideal (el de explicar al niño que no podemos comer helado a las 11 de la noche, pero que podríamos leer un cuento si le apetece), yo lo llamaría más bien negociación. Estamos ofreciendo otras alternativas, y dándole a elegir. Esto disminuirá su frustración - a mi parecer - y su sensación de estar obligado a hacer algo que no quiere. Podríamos por ejemplo decirle que no podemos comer helado a esta hora porque no sería muy digesto, pero darle a elegir si quiere comerlo mañana de postre después del almuerzo o de merienda con alguna fruta. Yo no lo enfocaría tanto como desviar la atención, salvo en casos puntuales, sino como negociación, ofreciendo al niño varias elecciones más sanas para que él decida y tenga cierto "poder" sobre la situación, disminuyendo su frustración e impotencia por no obtener lo que quería en un principio.
Aquí les dejo el video.




¿Qué opinan ustedes al respecto? ¿Han notado cómo nos sentimos y actuamos diferente cuando nuestros hijos ríen comparado con cuando muestran alguna emoción "negativa"? ¿Algún consejo más? ¿Qué opinan de la distracción, de la negociación y de dar a elegir al niño entre distintas alternativas?

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Louma Sader Bujana

Es autora de múltiples bestsellers, entre ellos Reflexiones sobre Crianza Respetuosa, y Happy Agenda, así como creadora de diversos cursos pioneros que devuelven el bienestar y la fluidez a la relación madre-hijo. Es, además de Licenciada en Odontología, con un enfoque en la educación y prevención, la fundadora de Amor Maternal, y de la Academia de la Crianza Respetuosa. Se ha especializado en marketing y emprendimiento online, ofreciendo consultoría para profesionales y pequeñas empresas.


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6 comentarios:

  1. Mi hijo está ya en la 3ª semana de guardería y sigue sin quedarse tranquilo cuando lo dejo, el viernes pasado, lloró mucho al dejarle, pero parece ser que fue el primer día que se calmó un poco y estuvo jugando un ratito con la cuidadora. De hecho siempre que le dejo, le tiene que coger en brazos ella por sus llantos, y cuando llego sigue en brazos de la cuidadora mientras los demás la agarran de las piernas. Hoy cuando he llegado ya no había ningún nene llorando, pero mi hijo sigue cogiendo unas rabietas impresionantes al soltarse de mi. En este caso concreto, ¿cómo hago para no ignorar su reacción?, lógicamente yo le ignoro para salir cuanto antes del aula, que es lo que implica la normativa de estos sitios. El niño no se queda desatendido porque lo atiende la cuidadora, pero ella me cuenta que no deja de llorar hasta que se duerme y que cuando se despierta sigue llorando.
    Me estoy planteando hablar con la cuidadora para que me deje quedarme unos minutos a ver si consigo hacer que se calme antes de irme, pero a lo mejor es peor, como ella dice.

    Yo de verdad que lo llevo fatal. Seguro que a todas las madres les pasa lo mismo, y que el niño dejará de llorar algún día, pero hasta entonces no puedo dejar de sentirme culpable por el daño que esto le está haciendo, a corto plazo y no sé si a largo plazo.

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  2. Marihada, yo no se. Que edad tiene tu niño, pero te voy a contar mi experiencia con mi hijo de 23 meses. Lo inscribi en un colegio para bebes, en un inicio dan oportunidad a la madre para que permanezca en el aula todo el tiempo y dejan que cuando el niño lo necesite te vaya a abrazar y luego siga con la rutina. Eso si, poco a poco, te piden que le expliques que el debe entrar solo y contrario a lo que en otros lugares piensan, por lo menos en mi caso mi hijo ahora entra solito y feliz. Creo que si es impportante darles su tiempo para que agarren confianza y se adapten. Te deseo suerte!!!

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  3. Gracias Louma por compartir tus reflexiones. La verdad he abierto los ojos en muchas cosas, principalmente en las de como corregir a mi hija. Tiene 2 años y a veces he sentido que debo castigarla, y he optado por el tiempo fuera, pensando que era lo correcto. Gracias por darnos otras alternativas, un abrazo

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  4. Hola Louma, felipe fue mi profesor de mi especialización en Apego y es realmente muy bueno y un referente en Chile sobre estas temáticas... además aprovecho para felicitarte por tu página y es una gran guía para aquellas personas que nos dedicamos a la psicología en apego y que además somos madres... muchos saludos de Santiago

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  5. Hola!! Sigo "estudiando" y aprendiendo mucho con tu página (y otras también muy buenas) para cuando llegue el momento. Por ahora Sofi tiene casi 6 meses y por supuesto es tratada con mucho amor y respeto, por ende es una bebé que sorprende a todos por su felicidad y sus avances. Suelo compartir la info de este tipo de crianza con gente querida y lamentablemente no siempre recibo buenas respuestas :( cosa totalmente inentendible porque esa es la gente que tanto se asombra y nos felicita por nuestra Sofi... En fin, a mí me sirvió y muuucho la crianza respetuosa y agradezco infinitamente a gente como vos por dedicarse a compartir tanta información. Un abrazo!!!

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  6. Ya que comentaron del llanto del bebé de Mirihada, quiero comentar una cosa, mi beba tiene 19 meses casi y desde la semana pasada que tuve un compromiso al que debia ir sola, la dejé con el papá por unas dos horas y todo el tiempo se la paso llorando y cada vez que veia algo mío, lo agarraba y decía MAMÁAAAAAAAÁ llorando.
    Desde ese día, si no me ve, llora. Es como una especie de angustia del 8vo mes, pero al año y medio...a alguien le pasó?

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