Share/Bookmark Acabo de recibir la genial newsletter de Laura Gutman, edición mayo 2010. Quiero reproducirla aquí, porque me parece una reflexión muy acertada. ¿Cuántas creencias ajenas hemos asumido como propias? ¿Cuántas de esas acepciones dejaríamos a un lado si revisáramos sus raíces? ¿Cuántas de ellas no concuerdan en lo absoluto con nuestro presente, ni nuestras convicciones actuales?

Adultos infantilizados por los mandatos familiares

Todos hemos sido criados inmersos en culturas, familias, comunidades o grupos que han funcionado bajo un conjunto de supuestos morales, intelectuales o religiosos que dieron marco a una determinada forma de vivir. ¿Cómo saber si esas maneras de concebir la vida, de pensar o amar, enseñadas o impuestas cuando fuimos niños, han sido saludables para nosotros? Hay una única manera de saberlo: preguntándonos si nos producían placer, felicidad o armonía interior. ¡Parece una broma! Obviamente el nivel de represión, autoritarismo, mentiras, amenazas o soledad por las que hemos atravesado nuestras infancias, no tenían nada de placentero. Los niños las adoptamos para convertirnos en miembros de ese grupo. Y además porque no teníamos otra opción. Los mandatos pueden tener su base en el miedo, la moral sexual, el ateísmo a ultranza, la codicia, el sometimiento, el “hay que sacrificarse”, o cualquier otro sistema de creencias que dentro de un contexto determinado, aseguren la supervivencia al conjunto.

Ahora bien, si hoy -disfrazados de adultos- defendemos por fuera de nuestro equilibrio personal, eso que fue nombrado como “necesario”en nuestras familias, significa que hemos quedado congelados en una vivencia infantil donde aquello que nos imponían, tanto a nivel afectivo como moral, era intocable. Imposible disentir. En aquel entonces no pudimos obtener una mirada abierta de ningún adulto dispuesto a ayudarnos a descubrir quiénes éramos nosotros. Por el contrario, alguien nombraba cómo debíamos ser. Luego, hemos vivido nuestra vida tratando de ser “eso” que nos habían dicho que debíamos ser o sentir o pensar o desear. Por una única razón: con el fin de sentirnos aceptados y amados.

Sin embargo, ese conjunto de creencias o mandatos que posiblemente ya no tengan ningún sentido íntimo para nosotros ni conserven la más mínima conexión con nuestro ser esencial desconocido, gana. Nacen nuestros hijos y resulta más poderoso un mandato obsoleto grabado a fuego en nuestro corazón herido que el llanto cristalino de un recién nacido. Atendemos más las frases vacías cargadas de prejuicios antiguos nombrados por un miembro familiar, que la contundente certeza de que nuestros hijos nos reclaman. Si estamos preguntando a diestra y siniestra qué es lo correcto y qué tenemos que hacer con ese hijo que salió de nuestras entrañas o que hemos ayudado a engendrar...entonces definitivamente, hemos decidido permanecer cobijados por los mandatos ajenos, en lugar de convertirnos en adultos responsables y libres.

Laura Gutman - Newsletter Mayo 2010

Foto © Heide Benser/Corbis

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Louma Sader Bujana

Es autora de múltiples bestsellers, entre ellos Reflexiones sobre Crianza Respetuosa, y Happy Agenda, así como creadora de diversos cursos pioneros que devuelven el bienestar y la fluidez a la relación madre-hijo. Es, además de Licenciada en Odontología, con un enfoque en la educación y prevención, la fundadora de Amor Maternal, y de la Academia de la Crianza Respetuosa. Se ha especializado en marketing y emprendimiento online, ofreciendo consultoría para profesionales y pequeñas empresas.


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4 comentarios:

  1. Me pareció maravilloso el artíoculo, gracias por compartirlo.
    Sabes que si yo hiciera caso a la forma de criar de mi madre, definitivamente no sería la madre que soy ahora y me siento orgullosa de haberme informado, platicado, buscado para formarme mi criterio y mi forma de criar.
    Gran influencia tenemos de nuestras familias, luego llega el tiempo de adoptar algunas y desechar otras..

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  2. Es verdad, Isha... como dice mi mamá: "cada madre busca criar mejor de lo que fue criada"... y creo que tiene mucha razón.

    Cuando uno quiere asumir la maternidad involucrándose de corazón, viviéndola plena y conscientemente, uno necesariamente tiene que revisar el pasado para tratar de no repetir comportamientos que no son acordes con nuestros puntos de vista y principios en el presente.

    Un abrazo!

    Louma

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  3. Excelente artículo que derriba preconcepciones erróneas de lo que creemos significa criar adecuadamente a nuestros hijos. Probablemente pensamos que porque nuestros padres nos criaron de tal o cual manera, es la manera ideal de hacerlo, sin meditar qué tal vez, haya otras maneras de hacerlo que sean más beneficiosas. Aunque es difícil criar sin preconcepciones, porque en parte somos reflejo de las mismas, creo que debemos, primero deslastrarnos de las mismas en nuestra mente y nuestros corazones (Sin dejar de lado nuestros valores y principios), para que ese niño que tienes el honor y bendición de llamar hijo, crezca en libertad, pero no en libertinaje.
    Fabián García.
    P.d: Esta página es de consulta obligada para quienes entramos al maravilloso mundo de ser papás! Felicitaciones, Louma!

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  4. Mi mandato familiar era el rol de madre... y cuando decidi no tener hijos fue una tragedia familiar. Soy muy feliz y me alegro de no haber basado mi vida en los deseos y mandatos de mi familia y la sociedad

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